Nueve días después del paso del destructor tifón Haiyan, los campanas han repicado en las zonas devastadas llamando a los fieles a acudir a misa. Las iglesias se han llenado. Iglesias, a menudo, en estado calamitoso o prácticamente destruidas. <br /><br />El criticado presidente filipino, Benigno Aquino, que ha visitado Guián y Taclobán, dos de las ciudades más afectadas por el tifón, ha defendido la respuesta gubernamental a la crisis humanitaria y pedido paciencia y comprensión a sus conciudadanos. <br /><br />Entretanto, la ayuda llega a un ritmo sostenido y el reparto empieza a ser posible en las zonas alejadas y aisladas. La llegada del portaaviones estadounidense Geoge Washington con sus miles de marines ha sido clave. Los helicópteros y aviones estadounidenses multiplican los vuelos con alimentos. <br /><br />Pero sigue siendo una gota de agua en un mar de desolación, en un país que se encuentra hoy con medio millón de casas destruidas o muy dañadas, y cuatro millones de desplazados, según cifras de la ONU. Habitantes de ciudad de Guian, evacuados tras el desastre, han regresado este domingo a la ciudad devastada, llevando consigo raciones de comida para sus familias.