En el caso de los rostros huecos le estamos dando estímulos contradictorios a nuestro cerebro: por una parte estamos condicionados a interpretar un rostro de cierta manera, y por otra la profundidad dice que es un objeto hueco. Pero el condicionamiento a los rostros gana, e interpretamos el color y las sombras como las de un objeto convexo, por lo que aparenta seguirnos con la vista.