Centenares de miles de personas se congregaron este sábado en la céntrica plaza de Gwanghwamun, en Seúl, para asistir a la beatificación de 124 mártires del país asiático, víctimas de la persecución religiosa en los siglos XVIII y XIX.<br /><br />Algo excepcional ya que este tipo de actos suelen celebrarse en el Vaticano.<br /><br />“Su ejemplo tiene mucho que decirnos a nosotros, que vivimos en sociedades donde, junto una enorme riqueza, prospera silenciosamente la más denigrante pobreza, donde el llanto del pobre es pocas veces escuchado y donde Cristo nos sigue llamando, pidiéndonos que le amemos y sirvamos tendiendo la mano a nuestros hermanos necesitados”, dijo el pontífice.<br /><br />El papa lleva en el pecho el lazo amarillo, en solidaridad con las víctimas del naufragio del ferri Sewol. <br /><br />“Para mí fue un honor, una misa oficiada por el propio papa. No volveremos a tener una oportunidad como esta pronto, así que creo que ha sido algo muy significativo”, explica una estudiante.<br /><br />“Ahora mismo el país está muy triste, en general. No creo que tengamos que dejarnos llevar por este estado de ánimo y creo que la visita del papa será un punto de inflexión para cambiar este ambiente”, cuenta otra joven que asistió al acto. <br /><br />La visita de cinco días del pontífice y que concluye este lunes ha sido la primera de un papa a Corea del Sur en los últimos 25 años. Un país que cuenta con casi cinco millones y medio de católicos, más de un 10% de la población.
