A la cálida vida que transcurre canora <br />con garbo de mujer sin letras ni antifaces, <br />a la invicta belleza que salva y que enamora, <br />responde, en la embriaguez de la encantada hora, <br />un encono de hormigas en mis venas voraces. <br /> <br />Fustigan el desmán del perenne hormigueo <br />el pozo del silencio y el enjambre del ruido, <br />la harina rebanada como doble trofeo <br />en los fértiles bustos, el Infierno en que creo, <br />el estertor final y el preludio del nido. <br /> <br />Más luego mis hormigas me negarán su abrazo <br />y han de huir de mis pobres y trabajados dedos <br />cual se olvida en la arena un gélido bagazo; <br />y tu boca, que es cifra de eróticos denuedos, <br />tu boca, que es mi rúbrica, mi manjar y mi adorno, <br />tu boca, en que la lengua vibra asomada al mundo <br />como réproba llama saliéndose de un horno, <br />en una turbia fecha de cierzo gemebundo <br />en que ronde la luna porque robarte quiera, <br />ha de oler a sudario y a hierba machacada, <br />a droga y a responso, a pabilo y a cera. <br /> <br />Antes de que deserten mis hormigas, Amada, <br />déjalas caminar camino de tu boca <br />a que apuren los viáticos del sanguinario fruto <br />que desde sarracenos oasis me provoca. <br /> <br />Antes de que mis labios mueran, para mi luto, <br />dámelos en el crítico umbral del cementerio <br />como perfume y pan y tósigo y cauterio.<br /><br />Ramon Lopez Velarde<br /><br />http://www.poemhunter.com/poem/hormigas/