Bueno, bonito y barato, pero además verde, frondoso y brillante. Comprar un árbol de Navidad no es tarea fácil para muchos europeos, y en Dinamarca una de las empresas con mayor tradición del Viejo Continente pone la genética al servicio de sus clientes.<br /><br /> “Los árboles de Navidad son como los humanos, los tenemos altos, bajos, gordos y flacos. Como proveedor me gusta que sean simétricos para no tener que acabar tirando la mitad”, explica Bernt Johan Collet. “Los franceses quieren un árbol pequeño, como este. Los holandeses y los daneses prefieren que tenga espacio entre las ramas. Así para la decoración y los regalos”, añade.<br /><br /> El secreto está en las piñas y en sus piñones. Su genoma está siendo investigado por un equipo de la Universidad de Copenhague para conseguir un árbol óptimo, que se adapte a todas las necesidades. La familia Collet lleva casi 200 años cultivando árboles navideños en su finica de 1.100 hectáreas.<br /><br /> Sus clientes son auténticos expertos: “Tiene que ser verde, totalmente simétrico, bonito y además ecológico”.<br /><br /> Con o sin árbol. <br /><br /> ¡Feliz Navidad a todos!