En 1991, el otorrinolaringólogo e investigador Alfred A. Tomatis publicó el libro Pourquoi Mozart basado en su Método Tomatis, y en el cual utilizaba música durante las sesiones de terapia con sus pacientes, afirmando que la música de Mozart ayudaba en el proceso y que podía curar casos de depresión.1 Su método, desarrollado a mediados del siglo XX, pretendía estimular el oído y el sistema nervioso para integrar aspectos sobre el desarrollo y comportamiento humano. En 1993, la psicóloga Frances Rauscher et al. de la Universidad de California describieron en un artículo, «Music and Spatial Task Performance», publicado en la revista Nature,3 que la exposición de 36 estudiantes durante 10 minutos a la sonata para dos pianos en re mayor (K.448) (en el catálogo Köchel) tenía efectos positivos en las pruebas de razonamiento espacio temporal. Este efecto duraba unos 10 minutos. El estudio se realizó sobre tres grupos de 36 alumnos de instituto en cada grupo. Mientras un grupo escuchaba a la obra citada, un segundo grupo escuchaba a instrucciones de relajación diseñadas para reducir la presión arterial. Un tercer grupo permaneció en silencio. A los diez minutos, tuvieron que completar una serie de tareas, incluyendo pruebas de razonamiento según Stanford-Binet y pruebas de doblar y cortar papel. Los investigadores encontraron que los alumnos que habían escuchado a Mozart obtuvieron puntuaciones más altas que los alumnos de los demás grupos. Frances Rauscher, la investigadora y profesora de psicología de la Universidad de Wisconsin-Oshkosh, que realizó el primer estudio experimental en 1993 se muestra molesta con el grado de explotación comercial del efecto Mozart y la orientación lucrativa que se le dio a sus investigaciones. En todas sus conferencias deja claro que no existe evidencia científica de que al escuchar algún tipo de música se incremente la inteligencia. De hecho, una investigación realizada en 2010 por los científicos Jacob Pietschnig, Voracek Martin y Anton K. Forman del Instituto de Investigación Básica Psicológica de la Universidad de Viena, y publicada en la prestigiosa revista Intelligence, revela que las sonatas de Mozart son agradables para el oído, pero la creencia de que potencia la inteligencia de los niños es falsa. El análisis estadístico de toda la literatura de investigación disponible de 39 estudios con más de 3000 voluntarios en esta materia no encontró cambios significativos en sus habilidades cognitivas. Este estudio muestra que el sólo hecho de escuchar música de Mozart no permite observar mejoras en las facultades de los sujetos de la investigación. Así mostraron que el efecto Mozart en la inteligencia no es más que una de las muchas "leyendas urbanas" de la psicología popular: "Recomiendo a todos que escuchen música de Mozart, pero no se puede satisfacer la expectativa de que de esta manera se logre un aumento de la capacidad cognitiva", explicó Jakob Pietschnig, uno de los autores del estudio.
