La violencia en el nombre de la religión se ha convertido en una cuestión global acuciante, con un debate creciente sobre cómo frenarla. . El reciente congreso de líderes religiosos en Astaná, la capital de Kazajistán, es un buen ejemplo de los esfuerzos para encontrar soluciones. <br /><br /> “El azote de la violencia en nombre de la religión llama a la acción coordinada de los gobiernos, las comunidades religiosas, la sociedad civil y los medios de comunicación”, explicaba el secretario general de la ONU Ban Ki-Moon. <br /><br /> Y esa es una de las claves: las fuerzas de seguridad están con frecuencia solas en la lucha contra el extremismo. Algo que según Sayed Mohammad Al-Musawi, de la Liga Islámica Ahlul Bayt debe ser “atajarlo desde la raíz, que es la ideología y se ha extendido por la mala interpretación de la religión”.<br /><br /> Eso implica que las religiones rechacen públicamente los mensajes extremistas y den ejemplo de sus relaciones tanto internas como entre las diferentes doctrinas, ya que, como ind
