En Estambul, centenares de personas, la mayoría de origen sirio, han sorprendido a las fuerzas de seguridad turcas. Han intentado sin éxito subirse a alguno de los autocares que comunican la metrópoli con la ciudad de Edirne, a caballo entre Turquía, Grecia y Bulgaria. <br /><br /> Ante la avalancha, las autoridades han suspendido el servicio y muchos refugiados han decidido continuar a pie por la autopista, rumbo a la esperanza. Al llegar a las inmediaciones del puesto fronterizo, parada y fonda. Otro campamento improvisado para pasar la noche y quién sabe, quizás también los próximos días.<br /><br /> “¿Sabe? No es lo que yo quiero, es lo que queremos todos. Entrar en Grecia sin caer en las manos de los traficantes, entrar en Grecia pacíficamente. Y de momento aquí estamos en esta sentada”, dice un refugiado sirio.<br /><br /> La ruta por carretera es mucho más segura que la aventura de cruzar el mar para llegar a las islas griegas. <br /><br /> Sólo durante la jornada del martes, al menos veintidós personas murieron al zo