Kilis (Turquía), 11 feb (EFE).- (Imagen: Ilya U. Topper) No todos los cientos de miles de refugiados sirios en Turquía sueñan con irse a Alemania: algunos incluso prefieren una vida bajo los ocasionales bombardeos antes que un futuro incierto como desplazado en un país europeo. <br /><br />"Tengo tres amigos en Alemania y me han dicho que también quieren volver: allí les dan comida, pero viven como animales encerrados en un campamento, no tienen nada que hacer allí", asegura a Efe Adnan, un estudiante de segundo de Medicina. <br /><br />Adnan, de 18 años, espera en el paso fronterizo de Öncüpinar, en la provincia turca de Kilis, a que un pequeño autobús le traslade a él y otras dos familias de vuelta a Siria. <br /><br />Es una decisión de peso: al salir, la Policía de fronteras turca destruirá su tarjeta de refugiado y ya no podrá volver a Turquía, salvo ilegalmente. <br /><br />Adnan es oriundo de Raqqa, feudo del grupo yihadista Estado Islámico (EI, Dáesh), pero quiere volver a Damasco para terminar su carrera de asistente médico, después de trabajar dos meses como jornalero en los campos en Turquía, donde tiene familiares refugiados. <br /><br />"No estoy con ningún bando: ni con el Dáesh, ni con el régimen, ni con Ejército Sirio Libre (rebelde)", asegura. "Y creo que voy a poder trabajar y vivir en Siria con quien sea". <br /><br />Tendrá que cruzar territorio de grupos rebeldes, y tal vez incluso de milicias kurdas, para llegar a Raqqa para visitar a su familia y después tendrá que salir a escondidas hacia Damasco, porque el EI no permite que los hombres en edad de combatir salgan de su zona. <br /><br />El único peligro son los bombardeos aéreos rusos que "apuntan a todo lo que se mueve, especialmente a civiles", asegura otro viajero, Karim, un hombre de 50 años que se dispone a regresar a Deir ez Zor junto a su mujer y dos niñas pequeñas. <br /><br />"Somos civiles y pobres; los grupos armados no nos hacen nada, sólo registran si llevamos armas", señala. <br /><br />Karim llegó hace seis meses a Turquía, pero no encontró trabajo y encuentra la vida en el país muy cara, por lo que prefiere regresar a su pueblo, ahora bajo dominio del Dáesh, para labrar allí la tierra, explica resignado. <br /><br />"Hay bombardeos allí de vez en cuando, pero no hay combates. El Dáesh nos deja tranquilos; es verdad que han prohibido fumar, pero yo ya dejé el tabaco y rezo regularmente, así que no tenemos nada que temer", apunta. <br /><br />Menciona con indignación el destino de los aproximadamente 30.000 desplazados que han huido de los combates en Alepo en los últimos días y se agolpan en campamentos improvisados, donde reciben ayuda de organizaciones humanitarias turcas. <br /><br />"Dicen que les llevan de todo, pero no es verdad. Han puesto 200 tiendas para 20.000 personas, se hacen la foto y se van. Hay gente que se ha muerto de frío allí, según me han contado", asegura Karim. <br /><br />Por el paso fronterizo no paran de pasar grandes camiones de matrícula turca, pero ni sus conductores saben a dónde llevarán sus mercancías: "Todos descargamos al o