OMAR KHAYYAM <br /> <br />Todos te han cantado: <br />los rapsodas, los sabios y los muertos. <br />¿Por qué no hacerlo yo, <br />desconocido caminante <br />de un mundo sin futuro y sin historia? <br /> <br />Hijo legendario de los siglos <br />a quien los hombres <br />amantes de los goces epicúreos, <br />unidos a los bienes de la ciencia, <br />rinden culto perpetuo de amistad. <br /> <br />En tu remota Persia <br />voluptuosa y matemática <br />brillaste como el hijo de Darío <br />después de dominar Egipto <br />y apoderarse de Atenas, <br />antes de caer en Salamina. <br /> <br />Hoy los poetas de la Tierra <br />miramos hacia ti como a un Sol <br />encandilados por la luz <br />de tus versos divinos y distantes <br />que alborozan alegres los dintornos <br />en el mítico palacio de los dioses. <br /> <br />¡A tu salud, Omar! <br />Bebamos y gocemos estas copas <br />pletóricas de vino, por una eternidad. <br />No neguemos al cuerpo y al espíritu <br />las delicias del celeste Imperio. <br /> <br />Te amamos, timonel de nuestro barco, <br />vidente de nuestra oscuridad, <br />poeta del corazón, Omar Khayyam.
