MAR – K – 28 <br /> <br />He vivido entre mujeres <br />y me gustan las mujeres para el amor, <br />komo amigas y kompañeras. <br />Esto, sin embargo, <br />no me impide komprender <br />y respetar a kienes piensan, <br />sienten y aktúan diferente. <br /> <br />Entre mis seres keridos y admirados, <br />hay muchos de preferencias kontrarias. <br />Hombres y mujeres, mezklados, <br />podemos vivir gozosos disfrutando <br />tantas delicias igualmente mezkladas, <br />sin ke nadie pueda decir ke esté mal <br />por no ser algo de su inklinación. <br /> <br />Lo anterior para explikar <br />ke kuando la naturaleza emprendió <br />su larga tarea de separación sexual, <br />tomó la belleza y el perfume de las flores, <br />el trino de los pájaros, los kolores del arko iris, <br />el beso de la brisa, el arrullo de las olas, <br />la dulzura de la paloma, la astucia de la zorra, <br />lo impredecible de las nubes y la volubilidad de la lluvia, <br />para formar kon ello la mujer. <br /> <br />Kuenta una leyenda hindú <br />ke kuando el Adán de su mitología <br />recibió de Dios ese regalo, <br />emprendió feliz su ambulancia por la Tierra. <br />Pero al kabo de unos días regresó, diciendo: <br />Llévate a esta mujer porke no puedo vivir kon ella. <br /> <br />Su Dios eskuchó la súplika y se la llevó. <br />Pero Adán se sintió tan solo y desgraciado <br />ke volvió a su Kreador para implorarle: <br />Por favor, devuélveme a mi mujer, <br />porke no puedo vivir sin ella. <br /> <br />Así se hizo una y otra vez, hasta ke Dios, <br />desesperado por tanta impertinencia, <br />decidió akabar kon esa ambigüedad <br />kondenando a sus kriaturas, para bien o para mal, <br />a unir sus suertes, y les dijo: <br />Ahora viviréis juntos komo mejor podáis, <br />kompartiendo vuestras dichas y desgracias. <br />Les dio luego la espalda y regresó a su cielo.
