REGRESA, VIEJO DEMÓCRITO <br /> <br />Tu inteligencia <br />penetrante como fino y largo alfiler <br />quitó del pensamiento de los hombres <br />el peso aplastante de la Divinidad. <br />Sostuviste con lucidez maravillosa <br />la exclusividad de átomos y vacío, <br />sin lugar para dioses inmortales <br />en esa infinitud de espacio y tiempo. <br /> <br />Pero muchos humanos no entendieron. <br /> <br />Aún se ven humaredas en los templos <br />adorando los restos de unos dioses <br />temibles y cambiantes. <br />El tronco podrido de las supersticiones <br />se resiste a morir <br />y echa frecuentemente algunas hojas <br />que envenenan con sus gases el cielo <br />más oxigenado de la investigación.
