5 <br /> <br />En este peligroso sendero de la vida, <br />después del que podemos dirigirnos <br />al alto cielo o al profundo infierno, <br />eres, oh Rad, divina y bienhechora, <br />caballo fuerte en el camino duro, <br />espacio de dimensiones impensables, <br />aunque toda morada tenga límite. <br /> <br />Eres el sendero de los iniciados <br />en los nueve mundos que conforman <br />el árbol sagrado de Yggdrasil, <br />asociados con la filtración correcta <br />de la extraña energía primordial <br />y la búsqueda animosa del conocimiento. <br /> <br />Te asocio con el ritmo y con la danza <br />que me son imprescindibles <br />para escuchar el canto de la naturaleza, <br />conocer los movimientos de la Tierra <br />alrededor de su Sol, y su galaxia, <br />igual que el de las constelaciones <br />en su perenne zarabanda cósmica. <br /> <br />La muerte, cardinal en las culturas, <br />manipulada por magos y poetas, <br />no representa comienzo ni retorno <br />en los conceptos paganos de tu espectro; <br />sin embargo te pido protección <br />para que sádicos monstruos no decidan <br />abandonar sus criptas y segar mi vida. <br /> <br />Tú que sirves para invocar difuntos <br />y obligarlos con rápidas preguntas <br />a respuestas sobre el más allá, <br />ayúdame a encontrar mi propio Yo <br />(perdido desde tiempo inmemorial), <br />a fortalecer los hábitos rituales, <br />recuperar mi escaso ritmo interno, <br />obtener buen término en los viajes, <br />resolver mis problemas con justicia <br />y gozar de momentos placenteros.