PLUTÓN-CARONTE <br /> <br />Esposo de Proserpina, <br />con Júpiter y Neptuno destroné a mi padre <br />en los comienzos del tiempo. <br />Fue el primero dios de Cielo y Tierra, <br />mientras Neptuno escogía el mar, <br />y yo, finalmente solitario, <br />el reino del submundo donde rijo <br />las llamas y los muertos. <br /> <br />Noveno y más lejano del Sistema <br />(39 unidades astronómicas o más, <br />en cantidad aún desconocida). <br />Aunque así, no soy un hijo ingrato: <br />giro alrededor de mi progenitor <br />en 250 años, porque disto de él <br />5.900 millones de kilómetros <br />según afirman los investigadores. <br /> <br />La inclinación sobre la eclíptica <br />y mis valores excéntricos <br />superan los de todos mis parientes <br />que danzan igualmente en el espacio. <br /> <br />Paso delante de Neptuno para entibiar mi cuerpo <br />con los rayos viajeros de mi padre, <br />sin entrar en su gélido sendero <br />porque rechazo interferir sus pasos, <br />y me ven con poderosos telescopios <br />que detectan mi color amarillento <br />debido a mis normales componentes. <br /> <br />Fui una antigua luna neptuniana, <br />expulsada con violencia de su órbita <br />en las primeras contiendas familiares; <br />numerosos astrónomos incluso <br />me niegan el derecho a ser planeta, <br />afirmando que soy un invitado <br />del conocido Cinturón de Kuiper. <br /> <br />Imaginan también varios exégetas <br />que Caronte es mi hermano, no mi hijo, <br />aunque poco diré sobre este asunto. <br />Su revolución alrededor mío <br />es igual a la mía alrededor suyo, <br />en este caso la de mi rotación, <br />lo que quiere decir que soy el único <br />con un satélite natural sincrónico. <br /> <br />No puedo asegurar por cuánto tiempo <br />viviré sin sondas terrícolas y arteras, <br />que pasan raudas hacia ignotos mundos <br />con sus fardos de ilusión a cuestas, <br />lanzadas por los bípedos implumes <br />en su loca carrera hacia el espacio, <br />donde sólo encontrarán tropiezos <br />propiciados por múltiples estrellas <br />que sabrán derretirlos como cebo <br />de un minúsculo planeta destruido <br />por la furia de mentes extraviadas <br />que no quisieron conservar su esfera.
