S <br /> <br />Suave como la seda legendaria <br />de aquel gusano primigenio y útil; <br />brillante y fina en tu portal sutil <br />como el hilo de crustáceos y arañas, <br />que dejan huella pasajera y leve, <br />o tejen su artificio y su morada <br />donde atrapan numerosas víctimas. <br /> <br />Símbolo del azufre demoníaco <br />y del fugaz segundo <br />que marca el tiempo inexorable y rápido, <br />o bien el punto cardinal del Sur <br />donde reside la indomable Antártida. <br /> <br />Las brujas te adoran en sus sabbats <br />de nocturnos y orgiásticos festines, <br />también denominados aquelarres, <br />donde se canta, se danza y se copula <br />sin tabúes de edad o familiares, <br />para goce de humanos y demonios. <br /> <br />Sacerdotes y sacerdotisas, <br />en su tonta carrera al paraíso, <br />enredan la visión de tu figura, <br />como anzuelos sin pez y sin carnada <br />en un saco de rezos e imposturas. <br /> <br />Aunque ignoro la causa y el efecto <br />que presentan los nombres o atributos <br />del poderoso Alá, <br />y el número mágico 134, <br />cuya categoría suponen muy terrible, <br />sé que vales más que todos ellos <br />en el ambiguo manantial oculto. <br /> <br />Ahora quiero salir por donde vine <br />y dar mi despedida mientras busco <br />en otro poema, quizás menos fallido, <br />la venia generosa de un lector <br />que comprenda y perdone mi entelequia, <br />mi excesiva pobreza literaria, <br />mi agobiante ignorancia y mi sandez.
