GLAUCO SEGUNDO <br /> <br />Yo, Glauco Segundo, hijo de una dama <br />mezcla de diosa y condición humana, <br />padre de Belerofonte, El Citadino, <br />propietario de galantes caballadas, <br />briosas como vientos de tormenta <br />y ardientes como soles estivales, <br />nunca pongo reparo en sus amores <br />con sementales de divina estirpe, <br />porque soy partidario de Afrodita <br />en torneos de besos y de sábanas. <br /> <br />Por tanto siempre gano con honores <br />las competencias de bestias y de hombres <br />con mis yeguas que suelen desbocarse <br />derribando a los castos, o arrastrándolos <br />sobre los tercos pedruscos de la playa. <br /> <br />Me deleito azuzando los corceles <br />en los juegos nocturnos del palenque, <br />sin pedir que me rindan pleitesía <br />los timoratos esclavos de lo púdico, <br />con sacrificios realizados en mi nombre <br />y la esperanza de cambiar su suerte. <br /> <br />Cuando los burdos muñecos del dicterio <br />desanudan en las calles sus cuadrigas, <br />parto siempre con mi ejército de fuego <br />contra esos entes furibundos y retóricos. <br /> <br />Aunque soy el guardián del erotismo, <br />espero no se atreva el porvenir <br />con estatuas elevadas en recuerdo <br />de mis bravas hazañas amorosas, <br />porque yo, segundo de los Glaucos, <br />soy de fibra y atavismo diferentes, <br />sin envidia en esta tierra estéril <br />donde habitan como bichos iracundos <br />tantas hordas de bípedos hipócritas.
