FATAL DESTINO <br /> <br />Carl Sagan con su pedagogía <br />y su verbo pragmático y magnético, <br />no cambiará para nada esta estulticia <br />de cerebros mesocráticos y sordos <br />al clamor permanente de la vida. <br /> <br />Ni Hawking podrá desde su silla <br />conmover a los memos con sus libros, <br />porque esta humanidad enloquecida <br />deambula sin rumbo entre políticos, <br />malandrines, cortesanos y asesinos. <br /> <br />No pudo Hiparco, Eratóstenes ni Kepler <br />convocar a reflexión tanta sandez; <br />tampoco Newton con sus grandes leyes <br />alcanzó a gravitar sobre la misma, <br />que reinaba y reina en este globo <br />esclavizado por brutales hienas. <br /> <br />Einstein apenas, relativamente, <br />explicó el universo con sus fórmulas <br />que pocos entendieron; sí, al contrario, <br />abrió camino a las fatales bombas <br />borradoras de Hiroshima y Nagasaki. <br /> <br />No hay caso, no hay perdón, todo se hunde <br />en un mar de codicia embrutecida <br />bajo los ásperos tentáculos del mito, <br />que intenta trepar hacia las cumbres <br />donde asienta el poder su plataforma, <br />carcomida por siniestros cucarrones. <br /> <br />La Tierra hervirá como un caldero <br />sazonando esta sopa de mortales <br />que no sabe proteger su embarcación, <br />mientras viaja por mares desolados <br />hacia puertos de galaxias fantasmales. <br /> <br />Desde lejos se verán las llamaradas <br />del incendio provocado por el hombre, <br />como puntitos de luz entre cometas <br />que van y vienen tras distintos soles <br />buscando ansiosos mejorar sus aires. <br /> <br />Lo dijo Henry Miller en su obra: <br />“La poesía del futuro será escrita <br />con gases mortíferos y bombas”, <br />porque una turba de necios trogloditas <br />fragmentará el planeta en mil pedazos, <br />calculando talvez que sólo ella <br />tendrá cabida en alejados cielos <br />cuando lejos se halle del planeta.
