Vivían en un buen apartamento en Bogotá. Pero se aburrieron, buscaron un autobús viejo, lo adecuaron con sus propias manos y lo parquearon al aire libre y fresco, en La Calera, cerca de la ciudad. Creen que se liberaron de todos los paradigmas que impone la sociedad contemporánea sobre cómo se debe vivir. Hoy reutilizan y aprovechan los materiales que otras personas normalmente botan a la basura. <br /> <br />Su estilo de vida va más allá de vivir en un autobús de 20 metros cuadrados. Julián López y Ana María Tovar buscan que todo su entorno sea amigable con el medio ambiente: recogen agua lluvia, que es purificada mediante un filtro, y la utilizan para regar los jardines, cocinar y bañarse. <br /> <br />“Con un buen aguacero, logramos recolectar hasta mil litros de agua”, explica Julián. <br /> <br />También utilizan paneles solares de donde obtienen energía natural. Siembran frutas y hortalizas, y hacen trueque con los productos de los campesinos de la zona. <br /> <br />Ambos, diseñadores y artistas, empezaron con este proyecto en el año 2012 cuando compraron un autobús Dodge modelo 76, lo desarmaron, reconstruyeron y pintaron nuevamente. Después compraron otro dentro del cual montaron una galería de arte y una oficina de tatuajes, pues Julián es tatuador profesional y aprovecha la energía del sol para ejercer su actividad. <br /> <br />El hogar de Julián y Ana María cuenta con un baño seco, cuyo sistema permite que los residuos se conviertan en abono para el cultivo mediante un proceso de compostaje. <br /> <br />“No contaminamos el agua, no usamos energía para bombear agua, y cerramos el ciclo y no estamos contaminando ni nuestra agua ni el agua de los vecinos”, explica Ana María. <br /> <br />A su modo de vida la llaman “Proyecto San Antonio”. Se trata de un laboratorio de arte y diseño en el campo. Realizan talleres y el proyecto incluye jornadas de voluntarios que llegan desde otros países. Ofrecen el alojamiento y la comida, y los voluntarios aportan conocimientos en diversas áreas del conocimiento.