El paso del tiempo que afecta su andar, y la crisis en Venezuela -más lo último que lo primero- ya hacen pensar a Esteban Brassesco que vender libros directo al cliente “no es negocio”. <br /> <br />“La gente tiene que comer”, dice. Así habla de un país donde el precio de un buen ejemplar supera con facilidad el salario mínimo. <br /> <br />Tiene 85 años y 60 de ellos vendiendo libros en forma ambulante. Ese contacto directo le permitió cultivar muchos afectos. “Yo soy amigo de todo el mundo”, apunta.
