LAS NUBES <br /> <br />Son grandes sombreros que cubren la tierra, <br />que cubren los mares; <br />se mueven constantes por la vasta esfera, <br />a veces despacio, pero siempre inquietas; <br />se pierden o forman, con nuevas figuras, <br />unos arabescos que nadie interpreta. <br /> <br />De pronto, leones de largas melenas, <br />o tigres hambrientos <br />que saltan ligeros sobre vivas presas; <br />palomas volando como mensajeras <br />de ignotas regiones, <br />donde las montañas se cubren el rostro <br />con mantos helados de finos crespones. <br /> <br />Gaviotas que anuncian, como primaveras, <br />el fin de mis males en playas desiertas; <br />son nubes señoras que tejen su tela <br />con hilos de plata y agujas de oro, <br />las lluvias que caen sobre mi cabeza. <br /> <br />Qué nubes tan leves, coquetas y esquivas, <br />qué nubes tan bellas. Se van o se esconden, <br />y luego regresan <br />trayendo noticias de antiguas leyendas, <br />para preguntarme <br />si fui temeroso durante su ausencia. <br /> <br />También me interrogan <br />sobre los ancestros de tiempos ya idos, <br />cuando siendo niño vagué por los valles <br />que un día me dieron su amor sin olvido. <br />Me piden que cante <br />las viejas canciones de mis pocos años, <br />cuando la existencia era como el alba <br />de frescas mañanas con ramos de olivo. <br /> <br />Mientras yo resbalo sobre la barbarie <br />que agitan los hombres, como una bandera, <br />ellas van sonrientes batiendo el espacio <br />bajo el sol quemante que dora la Tierra; <br />navegan seguras por todos los aires, <br />calientes o fríos, que tiene el planeta. <br /> <br />Cuando se convierten, por su mal humor, <br />en nubes oscuras que anuncian tormenta, <br />me acojo al silencio que precede al rayo, <br />antes de que avisen con truenos su fuerza. <br /> <br />Las nubes y yo <br />nos hemos querido desde hace milenios, <br />y nuestro cariño no está entre los seres <br />que sienten quebranto. <br />Aunque son volubles, y muy orgullosas <br />de su gran belleza, aceptan mis guiños, <br />mis besos y abrazos, igual que mi canto. <br /> <br />Le pido a las nubes que no me abandonen, <br />porque yo sin ellas soy cero a la izquierda; <br />ya me reconocen como un desplazado <br />que busca en los sueños <br />la cura que alivia sus llagas eternas, <br />causadas por hongos de fatal veneno, <br />tiranos supremos de su gran tristeza. <br /> <br />Oh nubes queridas, imploro los dones <br />que trae el invierno con sus blancas perlas, <br />para que no falte en mi exigua despensa <br />el pan de los dioses, <br />que ansioso devoro, tras de mi poterna, <br />donde habito solo, desnudo y perdido, <br />la negra guarida de mis hondas penas.
