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Quiebra del Real Valladar del Jardín del Príncipe en el Palacio de Aranjuez

2018-03-31 4 Dailymotion

EL ROYAL AJUSTARÁ SUS DISCURSOS A LA NATURALEZA, MÁS NO A FALACES ERGOTISMOS Y A LA SOFISTICACIÓN DOCTRINARIA. <br /> <br />Al leer en los hechos que designa la Naturaleza podemos advertir presagios y premoniciones que, en el mañana, acabarán siendo estigmas. Es el caso de los destrozos y daños ocasionados por la furia ventolera en el real valladar del Jardín del Principe, en la amplia heredad del real sitio de Aranjuez, en la provincia española de Madrid. Ya el 27 de agosto de 1875 tuvo lugar en Aranjuez un huracán violentísimo, que descuajó arboledas y tumbó casas, siendo, como fue, presagio de las renovaciones que trajo a España la Restauración canovista. <br /> <br />Fue von Goethe quién, al publicar en 1788, su celebérrima tragedia en cinco actos, acerca del conde de Egmont (musicada por Beethoven), puso en su boca estas certeras palabras al dialogar con el maquiavélico secretario: "Como azotados por invisibles espíritus, los caballos del sol del tiempo arrastran consigo el ligero carro de nuestro destino y a nosotros no nos resta otra cosa sino mantener firmes las riendas con esforzado ánimo, y tan pronto a derecha como a izquierda, apartar las ruedas, aquí de una piedra, allá de un precipicio. Adónde se va ¿quién lo sabe? Apenas se acuerda uno de dónde viene." El conde de Egmont fue un personaje histórico, caballero toisonado, primo del rey Felipe II de España y amigo del duque de Alba, que acabó siendo decapitado en Bruselas el 5 de junio de 1568. <br /> <br />Las imágenes que contemplamos ilustran la quebrantanza que la Naturaleza ocasionó en el cerramiento de la regia heredad de Aranjuez y, viéndolas, no es difícil presagiar, como anunciación, el ocaso de la monarquía hispánica, puesto que se está comenzando por el acometimiento al círculo que cierra las posesiones del Real Patrimonio y Hacienda. Una precognición clarividente que advierte los hechos venideros leyendo en las enseñanzas de la Naturaleza, como leímos en el caudaloso diluvio que la Naturaleza descargó el aciago día del almudenazo, con ocasión de los desposorios de los funcionarios royales Felipe El Preparao y Letizia La Fizticia, que tienen nada de incisivos en cuanto poder real les hubiera sido investido, porque ni lo han de tener, asegúrolo, como no lo tienen ni los perezosos arborícolas, ni los armadillos ni los osos hormigueros, ni los desdentados en asilo.

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