Los seres humanos eligen a su pareja, entre otras cosas, a través del olfato, y tienden a sentir atracción por las personas cuyo olor parece indicar características genéticas diferentes. <br /><br />Se cree que los genes contenidos en el llamado Complejo Principal de Histocompatibilidad, que ayuda a construir las proteínas involucradas en la respuesta inmunológica <br />del cuerpo, influyen en el olor corporal por su interacción con las <br />bacterias de la piel, y parecen afectar también a la elección de <br />pareja. <br /><br />Estudios en animales han demostrado que las hembras suelen <br />preferir los olores de los machos que tienen un MHC diferente del <br />suyo, posiblemente por el instinto de supervivencia de la especie. <br /><br />Una investigación en humanos en 1995 ofreció resultados en la <br />misma línea, aunque otras posteriores arrojaron datos confusos sobre el papel del MHC en la elección de pareja y la posterior estabilidad de la relación. <br /><br />El estudio de 1995 apuntó por primera vez que, en ocasiones, las <br />mujeres que tomaban la píldora elegían a hombres con una genética parecida, lo que tendría posibles consecuencias para la fertilidad de la pareja e incluso su estabilidad. <br /><br />Craig Roberts, profesor de Psicología evolutiva de la Universidad <br />inglesa de Liverpool, analizó empíricamente junto con colegas de la <br />universidad de Newcastle el efecto de la píldora anticonceptiva en <br />las preferencias olfativas de las mujeres.
