<p>No es normal que se produzca un terremoto tan cerca de la superficie como ocurrió en Lorca. De ahí su poder destructivo. Segó nueve vidas y causo graves destrozos. Pero Lorca está sobre un polvorín tectónico, no solo sobre la falla de Alhama, de gran actividad sísmica, sino también sobre un acuífero. En el mapa, como gran una mancha blanquecina. Medio siglo de sobreexplotación hay hundiendo el terreno, una media de 10 centímetros por año.Investigadores españoles han demostrado con ayuda de satélite que esto ha modificado la presión sobre la corteza terrestre y al producirse el sismo ha decidido qué terreno se movía y en qué dirección: "Las máximas variaciones de esfuerzos en el plano de falla coinciden con las zonas donde se han producido los deslizamientos durante el terremoto", apuntaba José Fernández, investigador del Instituto Geociencias CSIC-UCM.Por primera vez se demuestra que la acción del hombre puede intervenir en las características de un terremoto. El caso del acuífero de Lorca no es extrapolable, dicen los científicos, pero debería servir para mejorar los mapas de riesgo sísmico y la normativa de construcción.</p>
