<p>Poco antes de las cuatro de la tarde, este helicóptero medicalizado aterrizaba en la prisión de Tora. Un pequeño grupo de simpatizantes esperaba, expectante,&nbsp; la salida de Mubarak. De sus detractores, ni rastro, ninguna protesta a las puertas de la cárcel. En ambulancia trasladan al expresidente hasta esta camilla, a los pies del helicóptero. Aquí le vemos durante un instante, con gafas de sol oscuras, exactamente el mismo aspecto de debilidad que en sus últimas apariciones en los tribunales. Agotado el plazo de la prisión preventiva, su libertad condicional es resultado de un proceso judicial plagado de irregularidades. A partir de ahora estará en arresto domiciliario en este hospital militar al sur de El Cairo, este mismo domingo tiene que comparecer ante el juez. Aún tiene cuatro causas pendientes, entre ellas la represión de las revueltas. Su salida de la cárcel es una vuelta de tuerca más en el avispero egipcio. Un país que parece haber retrocedido dos años. Mubarak fuera&nbsp; y la cúpula de los Hermanos Musulmanes en la cárcel, pendiente de su posible ilegalización. La extraña calma de El Cairo puede saltar por los aires en cualquier momento. Los islamistas han llamado a sus seguidores a tomar las calles este viernes, en la que han bautizado como jornada del martirio.</p>
