<p>Cuando se hundió el Titanic, Carmelo Flores estaba a punto de cumplir 22 años. Siempre ha vivido aquí, ajeno al resto del mundo. Como en una urna del tiempo. El final de la Segunda Guerra Mundial pilló a este indígena aimara con 55 años. Su vida la ha dedicado al campo, en la localidad de Frasquia. En Bolivia. Una comunidad pequeña rodeada de naturaleza salvaje. Carmelo tenía 99 años cuando cayó el Muro de Berlín. Ya casi centenario, este padre de tres hijos, abuelo de 16 nietos y bisabuelo de 39 bisnietos gozaba de buena salud. Hoy, en el año 2013, las autoridades bolivianas han visitado a Carmelo y se han sorprendido al comprobar su fecha de nacimiento. 16 de julio de 1890. Todo un récord, que de confirmarse, convertiría a este humilde agricultor en el hombre más anciano del mundo. Su familia cuida de él bajo la atenta mirada de estas montañas, quizá las únicas que le superen en edad. El secreto nadie lo sabe. Quizá sea capricho de la genética. Él dice que se levanta y se acuesta cada día dejando la decisión en manos de Dios.</p>
