<p>Sami sufría leucemia linfoblástica aguda, pero después del trasplante, poco a poco, se va recuperando. Su médula va reaccionando y ya ha recuperado casi la mitad de las defensas, aunque su lucha todavía no ha acabado. Tiene que pasar controles médicos semanales y evitar cualquier infección o virus. De lo único que se queja es de que todavía no puede ir al colegio. Atrás &nbsp;han quedado dos años de quimioterapia, una recaída y la búsqueda desesperada de una médula compatible. No la encontraron pero, al final, un trasplante de células madre de cordón umbilical les ha devuelto la sonrisa. &nbsp;Sami sabe que su caso no es el único, por eso dice que habla en voz de otros niños que como él quieren tener una vida normal.</p>
