Con el amor sobrevolando la plaza de Pedro Zerolo y las reivindicaciones pisando con garbo la calle, el orgullo se apoderó anoche de una ciudad totalmente entregada. Con un amplio abanico de pregoneros y con agentes de Policía salvaguardando la seguridad en cada esquina, en Madrid se disfrutó la fiesta que, para muchos, acababa esta misma mañana. <br />-Redacción-
