La clave de todo, como casi siempre, es la inteligencia.<br /><br />Aunque aún no se sabe con exactitud cómo será el diseño ni la apariencia ni la manera en que serán construidos los robots, el Pentágono los divide en tres categorías: Ligera, media y pesada.<br /><br />Y parte de un supuesto básico: el campo de batalla del siglo XXI será la mente humana.<br /><br />Al menos, así creen los grandes gurús bélicos de EEUUY, que desarrollan un nuevo armamento que sería controlado solo con el cerebro de los soldados.<br /><br />No hace mucho que Elon Musk, el multimillonario fundador de Tesla Inc. y Space X, envió una carta a la ONU en la cual se solicita prohibir la autonomía en las armas letales.<br /><br />El hombre más rico del Planeta Tierra no ha sido el único en solicitar dicha prohibición. A Musk se sumaron 116 empresas fundadoras de iniciativas robóticas e inteligencia artificial.<br /><br />Poco caso les han hecho. <br /><br />Estados Unidos, como hacen a escondidas Rusia, China y otros países, entre los que están Israel o Irán, tiene un casi enfermizo interés en estar a la vanguardia en tecnología de guerra.<br /><br />El último grito en el que el Pentágono ha fijado los ojos es la Inteligencia Artificial: quiere aplicarla a todo tipo de soluciones, desde análisis de datos hasta temas de vigilancia, pasando por áreas tan esenciales como la atención médica.<br /><br />Pero toda tecnología puede ser usada también para el peor de lo males.