No es sencillo decidir si es peor ser mentiroso o incompetente, cuando se esta al frente de un Gobierno y te toca gestiona una pandemia como la que está asolando España.<br /><br />Y lo dramático es que Pedro Sánchez es ambas cosas a la vez.<br /><br />Arropado por unos palmeros que al igual que el inepto líder del PSOE y sus ministros, tienen que terminar sentados en el banquillo del juzgado.<br /><br />Como escribe Luis Ventoso en ABC, a Iván Redondo, el gurú que sopla a la oreja de Sánchez e intenta que este sobreviva políticamente al espanto que ha estimulado e impulsa con sus necedades, le chiflan los eufemismos pomposos.<br /><br />Frenar absurdamente durante 14 días toda la actividad productiva en España, agravando así el inminente descalabro, lo llamaron «la hibernación de la economía».<br /><br />Machacar a impuestos a los que se han esforzado por prosperar en un país donde 20 millones de personas ya perciben ayudas del Estado lo denominan «nuevas figuras fiscales».<br /><br />Empezar a salir a la calle tras cincuenta días de un estado de alerta dudosamente constitucional es «la desescalada».<br /><br />Y lo que llegará tras ella, «la nueva normalidad», eufemismo de resonancias nazis.<br /><br />Políticamente hace ya mucho tiempo que nos hemos instalado en una «nueva normalidad», que consiste en la aceptación de la mentira.
