No hay resquicio a la duda. No solo tenemos un Gobierno incompetente. Es también el más liberticida y antidemocrático del último medio siglo y lo preside un tipo carente de escrúpulos.<br /><br />Quizá por eso, cuesta tanto entender que Pablo Casado haya decidido pastelear con Pedro Sánchez los nombramientos en el Tribunal Constitucional y en otros organismos.<br /><br />Pactar con el amigo de los golpistas catalanes y de los proetarras vascos, con el mismo que decía con ojos de cordero degollado que ni él ni los españoles podrían dormir tranquilos con Pablo Iglesias en el Ejecutivo, es jugar a la ruleta rusa.<br /><br />El PP tendría que tenerlo claro y, sin embargo, se ha embarcado en esta chapuza, quizá para marcar distancias con VOX o porque cree, equivocadamente, que gana puntos ante el electorado perfilándose como esa entelequia bautizada por los cursis como ‘partido de Gobierno’.<br /><br />Es pronto para sacar conclusiones y hacer balance, pero a vuelapluma, ya podemos decir que no parece muy hábil defenestrar a personas que sin duda deberían haber seguido en su puesto –como Margarita Mariscal de Gante–, permitir que otras alcancen cargos que no merecen bajo ningún concepto –como Ángel Gabilondo–, y consentir que alguien como el podemita Juan Ramón Sáez Valcárcel llegue al Constitucional, pero ya veremos.<br /><br />Quizá me puede la pasión, pero creo que Pablo Casado, Teodoro García Egea y los que mandan en el PP deberían tener un poco más claro que con un personaje sin palabra, sin vergüenza y ética como el socialista Sánchez no se puede ir ni a heredar; ni siquiera el Palacio de La Moncloa.<br />