Está completamente desquiciada.<br /><br />La ministra de Igualdad, Irene Montero, demostró que la comparecencia en comisión en el Congreso de los Diputados para hablar, entre otras cuestiones, del llamado 'caso niñera' iba a ser una auténtica montaña complicada de encarar.<br /><br />Pero de su larga intervención en la sede de la Carrera de San Jerónimo, hubo un momento especialmente chirriante y que dejó bien a las claras que la política de Unidas Podemos no estaba, precisamente, ante su mejor tarde.<br /><br />En un corte de poco más de medio minuto, Montero, en su afán por defender hasta el extremo los derechos de los niños, se pasó de frenada en su exposición y hasta llegó a dejar caer la posibilidad de que estos mantuvieran relaciones sexuales con quienes quisieran siempre que, remarcó, hubiera un consentimiento previo.<br /><br />Así fueron esos segundos en los que la responsable de Igualdad se metió en un jardín del que, lejos de salir, se fue adentrando hasta quedarse completamente atrapada:<br /><br />La educación sexual es un derecho de los niños y de las niñas, señoría, independientemente de quiénes sean sus familias. Porque todos los niños, las niñas y les niñes de este país tienen derecho, tienen derecho, a conocer su propio cuerpo, a saber que ningún adulto puede tocar su cuerpo si ellos no quieren y que eso es una forma de violencia. Tienen derecho a saber que pueden amar o a tener relaciones sexuales con quien les dé la gana, basadas, eso sí, en el consentimiento. Y eso son derechos que tienen reconocidos.
