27. GONZALO ROJAS: PERDÍ MI JUVENTUD EN LOS BURDELES (POESÍA MIXTA PARTE 3)<br />Perdí mi juventud en los burdeles<br />pero no te he perdido<br />ni un instante, mi bestia,<br />máquina del placer, mi pobre novia<br />reventada en el baile.<br /><br />Me acostaba contigo,<br />mordía tus pezones furibundo,<br />me ahogaba en tu perfume cada noche,<br />y al alba te miraba<br />dormida en la marea de la alcoba,<br />dura como una roca en la tormenta.<br /><br />Pasábamos por ti como las olas<br />todos los que te amábamos. Dormíamos<br />con tu cuerpo sagrado.<br />Salíamos de ti paridos nuevamente<br />por el placer, al mundo.<br /><br />Perdí mi juventud en los burdeles,<br />pero daría mi alma<br />por besarte a la luz de los espejos<br />de aquel salón, sepulcro de la carne,<br />el cigarro y el vino.<br /><br />Allí, bella entre todas,<br />reinabas para mí sobre las nubes<br />de la miseria.<br /><br />A torrentes tus ojos despedían<br />rayos verdes y azules. A torrentes<br />tu corazón salía hasta tus labios,<br />latía largamente por tu cuerpo,<br />por tus piernas hermosas<br />y goteaba en el pozo de tu boca profunda.<br /><br />Después de la taberna,<br />a tientas por la escala,<br />maldiciendo la luz del nuevo día,<br />demonio a los veinte años,<br />entré al salón esa mañana negra.<br /><br />Y se me heló la sangre al verte muda,<br />rodeada por las otras,<br />mudos los instrumentos y las sillas,<br />y la alfombra de felpa, y los espejos<br />copiaban en vano tu hermosura.<br /><br />Un coro de rameras te velaba<br />de rodillas, oh hermosa<br />llama de mi placer, y hasta diez velas<br />honraban con su llanto el sacrificio,<br />y allí donde bailaste<br />desnuda para mí, todo era olor<br />a muerte.<br /><br />No he podido saciarme nunca en nadie,<br />porque yo iba subiendo, devorado<br />por el deseo oscuro de tu cuerpo<br />cuando te hallé acostada boca arriba,<br />y me dejaste frío en lo caliente,<br />y te perdí, y no pude<br />nacer de ti otra vez, y ya no pude<br />sino bajar terriblemente solo<br />a buscar mi cabeza por el mundo.<br /><br />Al silencio<br /><br />Oh voz, única voz: todo el hueco del mar,<br />todo el hueco del mar no bastaría,<br />todo el hueco del cielo,<br />toda la cavidad de la hermosura<br />no bastaría para contenerte,<br />y aunque el hombre callara y este mundo se hundiera<br />oh majestad, tú nunca,<br />tú nunca cesarías de estar en todas partes,<br />porque te sobra el tiempo y el ser, única voz,<br />porque estás y no estás, y casi eres mi Dios,<br />y casi eres mi padre cuando estoy más oscuro.