La forma de cortar los alimentos puede alterar su percepción del sabor. Esta afirmación tiene respaldo científico e implica aspectos químicos, sensoriales y psicológicos.<br /><br />El gusto viene determinado por unos receptores especializados, las papilas gustativas, situados en la lengua. Sin embargo, también implica otros sentidos, como el olfato. <br /><br />Cuando se corta un alimento, pueden producirse cambios en el olor, lo que repercute directamente en la percepción del sabor. <br /><br />Cuanto más fino se corta el alimento, más compuestos se liberan, lo que intensifica el sabor percibido.<br /><br />Esta rápida liberación de compuestos puede hacer que las papilas gustativas se expongan bruscamente a las sustancias químicas, en lugar de liberarse durante la masticación. <br /><br />Sin embargo, no es sólo la química lo que cuenta; la forma también es relevante. <br /><br />Brendan Walsh, del Culinary Institute of America, señala que las formas más redondeadas sugieren jugosidad, mientras que los cortes en dados transmiten una sensación más áspera y dura.<br /><br />Por ejemplo, después de que Cadbury cambiara la forma de algunas tabletas de chocolate de rectangular a redondeada, los consumidores afirmaron que el chocolate parecía más dulce. <br /><br />Charles Spence, psicólogo de la Universidad de Oxford, explicó que asociamos las formas redondas con la dulzura y las angulares con los sabores amargos. <br /><br />Esto demuestra que la mente puede anticipar inconscientemente ciertos sabores basándose en la forma del alimento.<br /><br />Por eso, si crees que una rodaja de sandía es más dulce que unos dados, puede que en ello influya la química, pero también una expectativa creada por tu cerebro.