La fructosa es un tipo de azúcar simple que se encuentra de forma natural en frutas, verduras y miel. Proporciona energía al organismo al ser una fuente de hidratos de carbono.<br /><br />A diferencia de la glucosa, que eleva rápidamente los niveles de azúcar en sangre, la fructosa se metaboliza en el hígado, donde puede transformarse en glucógeno o grasa.<br /><br />Cuando se consume de forma natural, como en la fruta, no presenta riesgos debido a la presencia de fibra, que ralentiza su absorción, favoreciendo la saciedad y la salud digestiva.<br /><br />El consumo de fructosa procedente de alimentos frescos tiene beneficios como el aporte de vitaminas, minerales, antioxidantes y fibra, esenciales para la salud y la prevención de enfermedades.<br /><br />En cambio, la fructosa añadida a productos industrializados como refrescos, pasteles y salsas precocinadas puede ser perjudicial.<br /><br />Su consumo excesivo se asocia a problemas como la obesidad, la diabetes de tipo 2, la resistencia a la insulina y la esteatosis hepática (grasa en el hígado).<br /><br />Esta preocupación es especialmente relevante con el uso de jarabe de maíz rico en fructosa, presente en muchos alimentos procesados.<br /><br />Para mantener una dieta equilibrada, es importante priorizar el consumo de fruta fresca y evitar los productos ultraprocesados.<br /><br />Leer las etiquetas y optar por alimentos bajos en azúcares añadidos es clave para reducir los riesgos para la salud.<br /><br />Consumir fructosa de forma consciente te ayuda a disfrutar de sus beneficios sin comprometer tu bienestar.
