Siempre es un placer escucharle, pero en este caso, para todos los que hacemos y leemos MAGISTERIO, más. <br /><br />Porque en este nuevo episodio de ¡Hip, hip, Urra!, Javier Urra hace «un reconocimiento a las profesoras, a los profesores, a los orientadores, a las enfermeras, a los psicólogos, a los directores, a los equipos de AMPA, de madres y de padres, que hacen algo esencial: preparar el presente y el futuro de la sociedad desde ese fonendoscopio social que es la escuela». <br /><br />Tal y como recuerda el psicólogo, los centros de enseñanza son «el lugar natural para que nuestras niñas, nuestros niños, aprendan, se comuniquen, se conozcan a sí mismos, charlen con los demás, escuchen a la profesora, al profesor, muestren su curiosidad y encaucen los conocimientos». Un lugar que, en nuestros días, según considera, se ha convertido en símbolo de la diversidad, de la acogida. <br /><br />Como «fonendoscopio de la realidad», a la escuela acuden hoy estudiantes que sufren malos tratos, «hechos terribles de violencia de género, malos tratos a los abuelos, violencia en general… a veces física, a veces emocional, a veces verbal en la forma de conducir o de conducirse». También alumnos y alumnas que en su hogar viven de cerca problemas como las adicciones a la ludopatía, al alcohol y a otras drogas. Y otros que tienen una serie de limitaciones, ya sea discapacidades físicas como intelectuales, o problemas por venir de otro país y tener dificultades con el idioma. <br /><br />No se olvida, tampoco, de «aquel chaval que se quedó retrasado, ese que ha perdido a un familiar y le cuesta fijar la atención». <br /><br />Para absolutamente todos ellos, Urra recuerda que la escuela es «ese ámbito acogedor y cálido, el caldo de cultivo de la sensibilidad, de la creatividad, del esfuerzo, de la competitividad en algún caso. De la cooperación«, y pone en valor su función: «Enseñar, aprender, generar curiosidad. Formar ciudadanos. No solo consumidores. Ciudadanos que compartan la vida, que compartan la sociedad. Que compartan el presente, que compartan el futuro». <br /><br />El conductor de ¡Hip, hip, Urra! declara con convicción que la escuela es «transformadora de la realidad«. «Tiene como meta la superación en la capacidad de cada uno y también en la conciencia colectiva del grupo, para hacer una sociedad más en paz, más sencilla, más serena, más maja»», expresa. Y, gracias a sus esfuerzos, algunos de sus alumnos y alumnas se convertirán en «seres humanos que modificarán la realidad». <br /><br />Una realidad en la que compartimos su visión: que nunca exista un mundo sin escuelas, «donde cada uno esté en su hogar, donde no haya ese contacto de aprendizaje».