<p>MasterChef estrena su decimotercera edición. Al frente, los tres mismos jueces que siempre: Pepe Rodríguez, Jordi Cruz y Samantha Vallejo. "Ya le he cogido el gusto. Estoy encantado, feliz. Voy al programa feliz de la vida y ya estoy como en el salón de mi casa. Digo lo que quiero, hago lo que quiero, cuento lo que quiero. Me río, me divierto", dice el cocinero sobre un proyecto que, según confiesa, nunca fue plato de buen gusto para él. "Fue una tablita de salvación. Si hubiese estado en otro momento físico, psíquico, económico, pues a lo mejor no lo cojo. Esto lo digo ahora, aquí sentado, pero nunca me gustó la televisión. Lo mío es estar en la cocina". </p><p>Su idilio con la cocina también se guisó a fuego lento, aunque le sobrasen referentes. El Bohío, antes de ser de su propiedad, fue de su madre y de su abuela. Pepe es la tercera generación que se pone frente de un restaurante que va camino de cumplir 100 años. Valentina, su abuela, lo puso en marcha en el año 1934 como una venta donde cocinaban principalmente para quitar el hambre, su madre tomó las riendas en los 70 y se hizo famosa por sus escabeches, y él ha terminado de pulir el proyecto familiar y ha conseguido ponerle una buena guinda al pastel: una estrella Michelin que conserva desde el año 1999. </p>