El tercer paro de la gestión actual destaca como un símbolo de fracaso en las negociaciones entre el gobierno y los sindicatos. A diferencia de paros anteriores, este refleja una ruptura en el diálogo que solía ser más efectivo en administraciones pasadas. La situación económica, marcada por una inflación creciente y promesas incumplidas, añade presión al gobierno, que enfrenta críticas por su manejo de la agenda política. Además, temas como la educación pública y declaraciones controversiales en foros internacionales contribuyen al desgaste del liderazgo actual.