Sigue histérica, impulsada por el analfabeto Patxi López y la recua de periodistas palmeros que le hacen la ola en el Congreso de los Diputados, la maniobra para expulsar a Bertrand Ndongo y cerrar la boca a uno de los escasos reporteros que <br /><br />dignifican esa sala de prensa.<br /><br />Y me da la impresión de que la gente no se entera muy bien de lo que está en juego.<br /><br />Incluido alguno, como nuestro amigo Antonio Naranjo, que este pasado fin de semana criticaba la tropelía, argumentando que la censura sólo se aplica a los que no van de progres y que los mismos que aplaudían embobados a un follonero como Évole cuando hostigaba a dirigentes del PP, abominan del ‘activista’ Ndongo, porque pone en un brete a los políticos de la cáscara amarga.<br /><br />Error de concepto. Bertrand Ndongo no es un ‘activista’, sino un periodista de los pies a la cabeza.<br /><br />Un reportero consciente de que la ciudadanía tiene derecho a ser informaba, a saber, a enterarse de lo que hacen, de lo que opinan, de lo pactan y -sobre todo- de en qué se gastan el dinero de nuestros impuestos los paisanos que votamos en las urnas y que en teoría nos representan.<br /><br />Choca ver en la cacería, al lado de los profesionales de la manipulación de Cadena SER, El País, LaSexta y resto de ‘Brunete Pedrete’, a los corresponsales parlamentarios de ABC, La Razón, El Mundo, El Debate y otros medios supuestamente de centroderecha.<br /><br />Se lo explico en un pis pas.<br /><br />Puede que esa caterva de paniaguados aborrezca a Ndongo porque es negro. No descarto que influya también su condición de inmigrante. Y pesa sin duda que se declare cristiano y tenga cuatro hijos españoles. Casi tanto como que sea culto, políglota, heterosexual y además alto, fuerte y bien parecido.<br /><br />Pero por encima de todo, la clave, la razón del odio sarraceno que le profesa la jauría, es que se atreve a preguntar a los poderosos lo que ellos nunca osarían plantear, por temor a que les dejen de sobar el lomo o les excluyan del círculo de los privilegiados.<br /><br />Y Bertrand Ndongo, por mucho que cacaree la bandada de gallinaceos, seguirá preguntando, sin insultar o amenazar a nadie, porque nunca lo ha hecho.<br /><br />Como dice un cartel que arrasa en redes sociales: “Amo a mi país y me avergüenza mi Gobierno”.
