Rojo y Gris es una deriva urbana que sucede adentro de una cabeza. Una ciudad extranjera filtrada por el rojo del deseo, el gris del duelo y el silencio de quien observa. La cámara no busca a nadie: flota. La música tampoco conduce: envuelve. Esta pieza es un tránsito emocional sin actores ni diálogos, una coreografía de luces automáticas donde el rojo persiste como último vestigio de vida en un entorno desaturado.<br /><br />La obra propone una forma de videopoesía sin palabras: un poema sonoro para una ciudad emocional en ruinas.
