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Retirada inesperada de Morante de la Puebla tras una faena histórica en Las Ventas

2025-10-12 351,526 Dailymotion

Morante de la Puebla se cortó la coleta a las 19:37 horas, de forma totalmente inesperada. Acababa de dar la vuelta al ruedo con las dos orejas del cuarto toro, que lo había cogido a la salida, en una faena marcada por la superación absoluta: la del más valiente de los artistas y el más artista de los valientes.<br />La plaza de Madrid, llena de público en sesión de mañana y tarde atraído por su nombre, enmudeció de golpe. Después, estalló en aplausos mientras él mismo se desatornillaba la castañeta. La emoción era palpable; el público quedó en estado de shock. No había marcha atrás.<br />Algunos habían protestado su triunfo minutos antes —pese a una estocada impecable y a una serie magistral con la mano derecha—, pero ese ya no era el tema. Lo urgente era lo evidente: el adiós inesperado de una leyenda viva.<br />La Puerta Grande esperaba abierta. Se marcha un mito del toreo.<br />La tragedia sobrevoló Las Ventas a las 19:13 horas. Morante, desbordado de ímpetu y confianza, se ajustaba al toro por chicuelinas inverosímiles tras ejecutar de rodillas una tijerilla gallista. En pleno recibo, el animal lo enganchó de lleno, en un choque tan violento como un atropello. La voltereta fue brutal, seca, de las que hielan la sangre. Morante quedó tendido en el albero, inmóvil. Las cuadrillas corrieron a auxiliarlo y, a falta de camilla, lo levantaron con sus propias manos, como si cargaran a un compañero caído. Aturdido y mareado, fue llevado entre barreras.<br />Pese al golpe, regresó a la cara del toro. Recompuesto, aunque visiblemente mermado, volvió a hacer el toreo. La faena, sostenida solo por la mano derecha —la única que el toro permitía—, tuvo un empaque, una reunión y un arte inigualables. Fue otro momento para la memoria. Este fin de semana, Morante de la Puebla encarnó la generosidad absoluta, la entrega sin reservas. Y el público supo corresponderle.<br />La tarde también tuvo otro momento histórico: Fernando Robleño lidió el toro de su despedida, un ejemplar superlativo de Garcigrande, de nombre Tropical. El astado embistió como si conociera el currículo de hierro del torero madrileño, y Robleño lo disfrutó por ambas manos como si fuera —y de hecho era— su último toro. La faena, muy coreada, culminó con un natural sentido y profundo, quizás el más emotivo de su vida. Fiel a su historia, pinchó antes de enterrar la espada, pero cortó una oreja de gran peso.<br />Al finalizar, sus hijos le cortaron la coleta, poniendo fin a 15 años de carrera.

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