El origen de las calaveritas de azúcar surge de la mezcla entre las antiguas tradiciones prehispánicas y la influencia española. Durante la época colonial, esta fusión combinó la visión indígena de la muerte con nuevas técnicas e ingredientes traídos de Europa.<br /><br />Raíces prehispánicas<br />Para las culturas mesoamericanas, como la mexica, la muerte era una transición dentro del ciclo natural de la vida. En sus rituales se utilizaban cráneos reales para rendir homenaje a los dioses y simbolizar el cierre de una etapa; un ejemplo era el tzompantli, una estructura donde se colocaban cráneos de sacrificios. Además, elaboraban figuras con amaranto y miel, que se consumían durante ceremonias religiosas.<br /><br />Adaptación colonial<br />Tras la llegada de los españoles, estos rituales fueron prohibidos por considerarse paganos. Sin embargo, con la introducción del azúcar y la técnica del alfeñique —proveniente de los árabes a través de España—, se comenzó a moldear este dulce en forma de calaveras. Los conventos jugaron un papel clave al unir las antiguas costumbres indígenas con el arte de la repostería, dando origen a las calaveritas que hoy conocemos.<br /><br />Significado actual<br />En la actualidad, las calaveritas de azúcar son uno de los símbolos más representativos del Día de Muertos. Se colocan en las ofrendas para recordar con cariño a quienes han partido, muchas veces con su nombre escrito en la frente. Representan la manera mexicana de ver la muerte: no con tristeza, sino como una parte natural y continua de la existencia.
