En un universo digital que idolatra la perfección y mide cada gesto en likes, La Sotanita (Álvaro Negro, 2000) ha logrado abrir un hueco para algo tan poco habitual como la autenticidad. Su historia empieza lejos de cualquier plan de marketing: un partido desastroso, una cámara de móvil y un tipo que decide reírse de sí mismo antes de borrarse del mapa. Esa torpeza inicial —la de quien no busca brillar sino divertirse— se convirtió, casi sin quererlo, en una declaración de intenciones frente a la impostura generalizada de las redes.<br /><br />#elplural <br /><br />馃摬 Lee la noticia completa: https://www.elplural.com<br /><br />馃搷Suscríbete a nuestro canal y síguenos en todas nuestras redes sociales:<br />鉃hatsApp: https://tinyurl.com/2c73usn8<br />鉃witter: https://twitter.com/El_Plural <br />鉃acebook: https://www.facebook.com/elpluralcom/ <br />鉃nstagram: https://www.instagram.com/el_plural/ <br />鉃ikTok: https://www.tiktok.com/@elplural
