A finales de octubre de 2025, Melissa se convirtió en la tormenta más potente en tocar tierra en 90 años. Sus efectos fueron devastadores en Jamaica y Haití donde al menos 43 personas perdieron la vida. Aunque Panamá no estuvo en la ruta directa del fenómeno, sus efectos indirectos alcanzaron a la comarca Ngäbe Buglé, donde el impacto no vino del viento ni de la lluvia del huracán, sino de la vulnerabilidad estructural que por décadas ha marcado a las comunidades indígenas.
