Ciertos niños hacen el recorrido dubitativos, de la mano de los padres que dan pasos cortos, temerosos de caer. Algunos gatean al avanzar por el túnel que lleva a la cámara funeraria. Y nadie se mueve cuando la plataforma vehicular comienza a ascender como levitando sobre los bloques escalonados de la pirámide. La impresión de volar es muy vívida en esta especie de alfombra mágica que se eleva hasta la entradita casi secreta que conduce a la cámara central de la momia de Keops: en esta nueva “realidad” aparece la dimensión fantástica como agregado lúdico-perceptivo. Este dispositivo replica el mundo fáctico y lo “mejora” para hacerlo fascinante. Aquí hay simulacro y creación.<br /><br />
