Con los niveles de obesidad batiendo récords en todo el mundo, ya existe evidencia contundente de que los alimentos con alto contenido de azúcar, grasa y sal -como la mayor parte de la comida basura- pueden provocar en nuestro cerebro las mismas alteraciones químicas que producen drogas altamente adictivas como la cocaína y la heroína. Hasta hace apenas cinco años, esa era una idea considerada extremista. Pero ahora que estudios realizados en humanos confirman los hallazgos hechos en animales, y que se han descubierto los mecanismos biológicos que conducen a la "adicción a la comida basura", esa noción se está convirtiendo rápidamente en la opinión oficial de los investigadores. En 2001, los neurocientíficos Nicole Avena, de la Universidad de Florida, y Bartley Hoebel, de la Universidad de Princeton, comenzaron a explorar la posibilidad de que esa idea tuviera un sustento biológico. Y empezaron observando signos de adicción en animales alimentados con comida basura.
