Los Angeles. 17 de enero de 1994. A la hora en que la ciudad duerme. Millones de personas se despertaron simultáneamente a las 4.31 de la madrugada, aterrorizadas por un fuerte temblor de tierra, uno de los mayores terremotos de la historia de las grandes ciudades norteamericanas. Esta catástrofe no pasó <br />inadvertida para los cardiólogos. Era una de las pocas oportunidades que tenían para estudiar la relación entre el estrés emocional y la principal causa de fallecimiento en los países desarrollados: la muerte súbita por causas cardiacas. El insólito estudio -que se publicó en The New England Journal of Medicine de <br />la semana pasada-, además de aclarar muchos aspectos de esta asociación que permanecían oscuros, ha llegado a la controvertida conclusión de que el 41% de las muertes repentinas que ocurren durante la vida normal -sin terremotos- podría estar causado por sucesos estresantes.
