El rayo es una descarga eléctrica debida a la diferencia de potencial entre la tierra y las nubes. Se denomina fulguración al conjunto de daños producidos por dicha descarga. Ésta puede alcanzar al paciente directamente o transmitirse a través de objetos de manera indirecta. Aunque anualmente se registran millones de rayos, los accidentes eléctricos de este tipo son poco frecuentes. La breve duración de la descarga de un rayo (milisegundos) tiende a limitar el flujo de la corriente hacia el interior del organismo, evitando en muchos casos, un daño tisular importante. El paciente puede estar asintomático, presentar síntomas durante unas horas o que éstos persistan durante meses. Inicialmente pueden aparecer alteraciones en el electrocardiograma, lesiones miocárdicas o hipertensión arterial, entre otros. Desde el punto de vista neurológico puede encontrarse pérdida de conciencia, confusión, amnesia retrógrada, convulsiones, parestesias o parálisis que suelen resolverse en días.