29. XAVIER VILLAURRUTIA: DÉCIMAS DE NUESTRO AMOR (POESÍA MIXTA PARTE 3)<br />I<br /><br />A mí mismo me prohibo<br />revelar nuestro secreto<br />decir tu nombre completo<br />o escribirlo cuando escribo.<br />Prisionero de ti, vivo<br />buscándote en la sombría<br />caverna de mi agonía.<br />Y cuando a solas te invoco,<br />en la oscura piedra toco<br />tu impasible compañía.<br /><br />II<br /><br />Si nuestro amor está hecho<br />de silencios prolongados<br />que nuestros labios cerrados<br />maduran dentro del pecho;<br />y si el corazón deshecho<br />sangra como la granada<br />en su sombra congelada,<br />¿por qué dolorosa y mustia,<br />no rompemos esta angustia<br />para salir de la nada?<br />III<br />Por el temor de quererme<br />tanto como yo te quiero,<br />has preferido, primero,<br />para salvarte, perderme.<br />Pero está mudo e inerme<br />tu corazón, de tal suerte<br />que si no me dejas verte<br />es por no ver en la mía<br />la imagen de tu agonía:<br />porque mi muerte es tu muerte.<br /><br />IV<br /><br />Te alejas de mí pensando<br />que me hiere tu presencia,<br />y no sabes que tu ausencia<br />es más dolorosa cuando<br />la soledad se va ahondando,<br />y en el silencio sombrío,<br />sin quererlo, a pesar mío,<br />oigo tu voz en el eco<br />y hallo tu forma en el hueco<br />que has dejado en el vacío.<br /><br />V<br /><br />¿Por qué dejas entrever<br />una remota esperanza,<br />si el deseo no te alcanza,<br />si nada volverá a ser?<br />Y si no habrá amanecer<br />en mi noche interminable<br />¿de qué sirve que yo hable<br />en el desierto, y que pida<br />para reanimar mi vida,<br />remedio a lo irremediable?<br /><br />VI<br /><br />Esta incertidumbre oscura<br />que sube en mi cuerpo y que<br />deja en mi boca no sé<br />que desolada amargura;<br />este sabor que perdura<br />y, como el recuerdo, insiste,<br />y, como tu olor, persiste<br />con su penetrante esencia,<br />es la sola y cruel presencia<br />tuya, desde que partiste.<br /><br />VII<br /><br />Apenas has vuelto, y ya<br />en todo mi ser avanza,<br />verde y turbia, la esperanza<br />para decirme: “¡Aquí está!”<br />Pero su voz se oirá<br />rodar sin eco en la oscura<br />soledad de mi clausura<br />y yo seguiré pensando<br />que no hay esperanza cuando<br />la esperanza es la tortura.<br /><br />VIII<br /><br />Ayer te soñé. Temblando<br />los dos en el goce impuro<br />y estéril de un sueño oscuro.<br />Y sobre tu cuerpo blando<br />mis labios iban dejando<br />huellas, señales, heridas…<br />Y tus palabras transidas<br />y las mías delirantes<br />de aquellos breves instantes<br />prolongaban nuestras vidas.<br /><br />IX<br /><br />Si nada espero, pues nada<br />tembló en ti cuando me viste<br />y ante mis ojos pusiste<br />la verdad más desolada;<br />si no brilló en tu mirada<br />Un destello de emoción,<br />la sola oscura razón,<br />la fuerza que a ti me lanza,<br />perdida toda esperanza,<br />es…¡la desesperación!<br /><br />X<br /><br />Mi amor por ti ¡no murió!<br />Sigue viviendo en la fría,<br />ignorada galería<br />que en mi corazón cavó.<br />Por ella desciendo y no<br />encontraré la salida,<br />pues será toda mi vida<br />esta angustia de buscarte<br />a ciegas, con la escondida<br />certidumbre de no hallarte.
